Alejar al Monstruo

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Un perfil de Antonio Vega

En septiembre de 1992, el periodista musical español Diego A. Manrique escribió: Antonio Vega tenía veintipocos años cuando nos estremeció con “Chica de ayer”. Aquella canción rompía el consenso: estábamos gozando de la acelerada juventud de la Nueva Ola y allí aparecía un aguafiestas, recordando que no todos participaban en la fiesta, revelando que la vida incluía también dilemas y agonías”.

Escuchar a Antonio Vega es como leer el diario íntimo de tu padre; están ahí la seda y el hierro, la chica del pasado que se largó a medio camino, los ojos que no pueden ser desdeñados ni a trabajo forzado, las estaciones, los milagros de San Antonio, los sitios de recreo, la última montaña y la materia oscura con la que fuiste creado. Sin duda, más que el pesaroso sello de un artista yonki o genio inconsolable, fue el hartazgo de lo humano, de lo “demasiado humano” lo que lo enganchó. Antonio Vega supo personificar esta idealización en el principio de lo inconsciente, el cual le permitía dar esa impresión de caos organizado donde el hombre apenas si cuenta para algo en la disgregación de los elementos alucinantes que se exponen en la galería del mundo.

Era un envite fuerte: se había proclamado la orgía perpetua y llegaba un tipo con el cancionero de la resaca. Un tipo taciturno, de mirada huidiza y corazón en la solapa. Un corazón doliente, donde Antonio mojaba su pluma. Una pluma que escribía desde la soledad, en esos momentos de sublime clarividencia cuando el dolor proporciona las palabras necesarias para alejar al monstruo

Antonio Vega falleció el 12 de mayo de 2009 a los 51 años de edad, a consecuencia de un cáncer de pulmón, que se le había diagnosticado meses atrás.