Amaarae había dado muestras desde su disco debut The Angel You Don’t Know que había bastante potencial en su propuesta, y Fountain Baby, su segunda entrega confirma lo dicho, con un álbum que suena más suelto y al mismo tiempo, más ambicioso.
El álbum es una joya pop brillantemente producido y con una fuerte carga de sensualidad, que cuenta con una instrumentación fastuosa y diversa que lo mismo nos lleva al dancehall, el hip hop, el R&B, la música electrónica, entre otros géneros y tendencias tan inesperadas como la música tradicional de Oriente o guiños al álbum Blackout de Britney Spears como fuente de inspiración.
Tan solo hay que escuchar un tema como la muy percusiva “Angels in Tibet” con ese aire afrobeat y su orquesta de cuerdas para darse cuenta de la seriedad del asunto. Durante varios momentos del álbum, el tono es un tanto etéreo, sin perder ese sentido bailable y sensual, como en “Co-Star”, la siguiente canción, algo que se vuelve a hacer evidente con “Princess Going Digital” y sus diversas capas.
“Big Steppa” es otro gran momento del álbum, con esa suavidad e intimidad que se desliza entre sutiles trompetas y su percusión afropop. Incluso un tema en apariencia más sencillo como “Reckless & Sweet” logra ser memorable a partir de su infalible estribillo. Por otro lado “Wasted Eyes” con sus aires arábigos y espectacular producción, es un gran ejemplo de las fusiones culturales que la artista propone.
Amaarae se da el lujo de salirse diametralmente en algunos temas de la línea que lleva, como en “Sex, Violence o Suicide”, un corte que a mitad del camino, se vuelve directamente, un tema de punk rock, o “Come Home To God” con sus coros e intrumentación más cargada hacia el rock.
Fountain Baby es un disco adictivo, donde la artista consolida su propuesta, abriéndola al mismo tiempo a diversos caminos.