*Fotografías por cortesía de Adriana Armenta.
Llegó el día. La banda comandada por Keith Morris, llegaba a la ciudad de la mano de Catharsis. Uno de los baluartes del hardcore punk de los ochentas, llegaba con su más reciente proyecto, uno que apenas en el 2023 nos regalaba uno de los mejores lanzamientos que se hicieron en el año, y donde se reinventaban de una manera sorprendente con una alineación de lujo.
Bajo esas expectativas fue que llegamos a The Basement, un lugar de reciente apertura y que no conocía, pero que me sorprendió gratamente. Aunque pequeño, es un espacio cómodo, de fácil acceso, con un escenario prácticamente a ras de piso y con un gran sonido. Ojalá haya más eventos ahí, pues tiene bastante potencial.
A las 8.30, como venía anunciado en el cartel, se subía a escenario la banda sorpresa, que no era otra que Flores y Fuego, banda que se ha ido ganando un lugar dentro de la escena del punk hardcore en México, con esa potencia instrumental que los caracteriza, y el sello que les da la furiosa voz de Melisa Diaz. Su set sin duda, empezó a prender la llama y el ánimo de la gente por medio de los temas de su primer lanzamiento Altar y donde incluso se dieron el gusto de tocar su estupenda versión de “Punk Suicida” de Sindrome del Punk con Tupa de Acidez, como invitado.
Posteriormente seguiría la banda Mess, a la que personalmente no conocía, pero que me dejó un buen sabor de boca, con un punk con marcadas influencias street, oi! Y con un vocalista principal que me recordó a Leonard «Gomer Pyle» Lawrence de Full Metal Jacket. La banda, por medio de su rápido y enérgico estilo, y con la mayor parte de sus temas en inglés, logró mantener el nivel y dejo la mesa puesta para la banda estelar, a pesar de un abrupto cierre.
Los integrantes de OFF! Fueron entrando y las expectativas se apoderaron del lugar. No todos los días tenemos a uno de los santos patronos del punk y esa noche ahí lo teníamos con sus reconocibles dreadlocks y andar, acompañado de una banda que demostraría lo bien ensamblada que está y el porque el año pasado habían lanzado ese gran disco que es Free LSD.
De hecho, mucho del set se enfocó en ese álbum, donde la furia punk se mantiene intacta, pero llevándonos a terrenos más experimentales dentro del noise o el free jazz. Y si bien, si algo se podía extrañar son esas incursiones que tiene al álbum con el saxofón por la riqueza que otorga, rápidamente esto se olvidaba por la consistencia de la propia banda, que sin dar respiro, soltaba tema a tema de este y sus álbumes anteriores.
El slam se fue haciendo cada vez más grande mientras la banda se mostraba cómoda con un Keith Morris desgañitándose, con sus gestos y ademanes tan particulares en todo momento, dando una muestra de que, aún con la poca interacción que pudiera tener hacia el público, lo lograba hacer partícipe de ese torbellino musical en la que nos vimos envueltos. Hacia el final, con un enfoque más hacia su primer lanzamiento, el ya clásico First Four Eps, de un sonido más rudimentario y directo, pero perfecto para el momento y la intensidad que se iba generando hacia el final del evento.
Sin dar atisbos de un regreso, la banda se retiraría dejando a los que acudimos al evento, satisfechos y con el ánimo a tope.
Mas bandas de este calibre, por favor.