La naturaleza orgánica de la música, sigue flotando en medio del cada vez más creciente auge tecnológico en los estudios de grabación. Actos actuales siguen surgiendo, persiguiendo como único fin, transmitir de manera más pura, los más recónditos umbrales de la música. Claro ejemplo de ello, son los canadienses The Dead South, el cuarteto conformado por Nate Hilts (guitarra, voz), Scott Pringle (mandolina, voz), Colton Crawford (banjo) y Danny Kenyon (contrabajo, voz). Como un dato curioso, estos dos últimos provienen de géneros como el metal, algo que le da ese sonido peculiar al grupo.
Con ya unos años a cuestas en la música, estos forajidos se han labrado un estatus de culto dentro de las ramificaciones del bluegrass, folk, country, americana y southern goth. Con un estilo en donde conviven la escuela de grandes como Flatt & Scruggs o Bill Monroe, hasta las desviaciones obscuras del southern goth, género que a pesar de ser algo más contemporáneo, en realidad se puede decir que nació en los años 50’s y 60’s, fruto de las atormentadas expresiones de leyendas como Johnny Cash o hasta The Louvin Brothers.
Tras aquel extraordinario Sugar & Joy, editado en el año 2019, bajo la producción de Shooter Jennings, hijo del legendario outlaw, Waylon Jennings, los cuatro inconfundibles músicos están de regreso con Chains & Stakes, su nuevo material, lleno de odas a perdedores alcohólicos, almas atormentadas, forajidos, vaqueros, etc. Este cuarto trabajo, por extraño que parezca, no fue grabado en la tierra del country, ya que ahora decidieron optar por la Ciudad de México, en los estudios Panoram, propiedad de Zoé, para ser exactos, en donde llegaron con todo y su productor, Jimmy Nutt, quien tomó el puesto de Shooter Jennings. Y como ya es costumbre, nuevamente este trabajo fue auspiciado por el visionario sello canadiense, Six Shooter Records.
‘Blood On The Mind’ revienta con ese estilo bluegrass, protagonizado por el sonido del banjo y excelentes arreglos de la mandolina, y esa voz aguardientosa de Scott, que contrasta con la voz de sus compañeros. En ‘Yours To Keep’ encontramos de forma inmediata el sonido del banjo sobre una cama de guitarra acústica, un patrón que se vuelve el eje de la canción. Aunado a la voz principal, se escuchan unos detalles vocales excelentes que por desgracia no aparecen mucho. Otro excelente momento.
’20 Mile Jump’ retoma el estilo bluegrass más acelerado, como dictan los cánones. Cada uno de los músicos demuestra lo bien que dominan sus puestos, y en géneros tan orgánicos como el bluegrass, es donde realmente se demuestran las capacidades. ‘Where Has The Time Gone’ juega con un patrón instrumental de guitarra acústica arpegiada. Breve pero magnífico track.
‘A Little Devil’ suena mucho más contundente, gracias a la incorporación del sonido de un bombo, que refuerza el sonido del contrabajo, banjo, mandolina y guitarra acústica. El trabajo vocal y cada detalle es simplemente perfecto, aunado a ese estilo que deja claro las influencias rockeras de los integrantes. Otro pico alto dentro del álbum con esta magistral muestra de bluegrass progresivo. ‘Son Of Ambrose’ es otro madrazo de bluegrass que parece surgido del Sur de los Estados Unidos, y no de Canadá. La instrumentación es grandiosa, destacando el momento en donde el sonido del fiddle hace de las suyas. De verdad que es todo un placer reseñar este tipo de trabajos.
‘Clemency’ nos recibe con una guitarra acústica, en un momento folk aderezado con hermosos arreglos de cuerdas, que te transportan a un tranquilo paisaje western. El bombo vuelve a aparecer para dar ese sonido más alternativo a ‘Completely, Sweetly’. Y sí, ya parece muy repetitivo elogiar el resultado, pero no hay manera de no hacerlo al escuchar esos arreglos de banjo, que son simplemente de primer nivel, y sobre todo por ese tratamiento que remite a estructuras más cercanas al rock. Otra maldita reliquia.
‘A Place I Hardly Know’ baja la contundencia, a favor de algo más pausado, sin perder ese toque rural. Nuevamente el banjo de Colton sigue imponiendo. Aquí también llega la presencia del fiddle, que cae perfecto al resto de la estructura. En ‘The Cured Contessa’, Los Dead nuevamente dan rienda suelta a ese bluegrass veloz. Un punto a su favor, es que a pesar de recurrir a la vieja escuela del género, no suenan como refrito, muy por el contrario, se nota una propuesta propia.
‘Tiny Wooden Box’ fue el track punta de lanza del álbum, algo entendible tomando en cuenta el resultado de este corte, en donde el banjo se une a esa línea de contrabajo tan efectiva. Las guitarras acústicas protagonizan momentos grandiosos, dando más variedad sonora. ‘Yore’ es otro excelso lapso ambiental, ahora protagonizado por el banjo. Es increíble la capacidad que estos canadienses tienen para crear temas de esta índole. ‘Father John’ concluye este material, con un grandioso bluegrass aderezado con el nostálgico fiddle.
A estas alturas no es necesario decir mucho más, solo queda concluir que estamos ante un álbum que ya se encuentra entre lo mejor del año. Los Dead South lograron crear una auténtica gema, de esas forjadas por artesanos musicales, con un trabajo y detallado microscópico, que da como fruto una pieza única, apta para disfrutarse de principio a fin y volver a presionar play.