Antes de hablar del álbum, hay que hablar de Kim Gordon, la artista incansable e inconforme. No solo se quedó como la figura que formó parte de Sonic Youth, uno de los combos más influyentes de los años ochenta y noventa, sino que ha engrandecido aún más su estatus y su legado. Kim Gordon es una artista en toda la extensión de la palabra, tanto en su quehacer -que no solo se limita a la música, sino que se extiende a otros campos como la pintura y la instalación- como en su postura, la cual se hace presente sin duda en este su segundo lanzamiento solista: The Collective. El álbum fue lanzado dentro del marco del 8M, lo cual no deja de ser algo a tomar en cuenta, viniendo de la propia artista.
Llendo más allá de lo que hizo con su álbum debut, y alejándose cada vez más del rock alternativo que parece que de alguna manera ya le quedaba corto. Esta ocasión vuelve a hacer mancuerna con Justin Raisen en la producción, con quién ya había trabajado en su álbum debut, -y que por otro lado, ha producido a gente tan en boga hoy día como Sky Ferreira, Charli XCX o Drake– está vez apostando por sonidos más pesados e industriales, electrónicos y con cierta influencia del hip hop y el trap, géneros que hubieran sido impensables dentro de su propuesta hace algunos años.
El álbum, sin ser tampoco fácil en su escucha, ha logrado hacer el suficiente ruido y el primer single -y tema abridor- «BYE BYE» tuvo una estupenda recepción. El álbum nunca renuncia a su carácter experimental, y aunque eso, y su forma de interpretar son la que nos llevan a lo que conocemos de Kim Gordon, la tendencia hacia los géneros citados y el alejarse de los convencionalismos del formato de la canción nos llevan a escuchar su música de otra forma. Posiblemente no sea para todos los oídos y gustos, pero quien le entre y sea participe de su propuesta, seguramente lo experimentará (no encuentro otro término más idóneo) con gusto y con sorpresa.
Atmósferas enrarecidas, distorsiones y ruidismo industrial que nos muestra a una artista en plenitud de forma, desafiándose a si misma en un álbum que bien pudiera ser el soundtrack de una película de pesadilla.