Alejado en parte del sonido que nos ofreció en sus primeros EPs en el cual su sonido Lo-Fi era la constante, pero manteniendo, e incluso llevando más lejos ese tono irónico y humorístico que mostró desde sus inicios, Tom Greenhouse al mando de su agrupación, lanza al mundo su primer y divertido LP.
Su disco homónimo muestra un sonido más refinado en la producción y con mayor cuerpo en su instrumentación, con una herencia notoria de The Fall y un aire a Minutemen en cuanto a la experimentación, pero encontrando por medio de sus intenciones y tono una voz y color dentro de la escena del post-punk, una escena que en ocasiones pudiera ser muy derivativa, aspecto que la banda logra sortear por medio de cierto ingenio para no quedarse atorados en sus influencias.
Sus riffs se convierten en un mantra perpetuo para cada canción, los cuales sirven a su vez como marco para la experimentación de sonidos por un lado, y para que Tom Greenhouse por medio de la spoken word se de vuelo con su mordacidad e ironía, que va desde narrar una cena entre Margaret Tatcher y Friedrich Hayek en “Dirty Glasses”, hasta lanzar algunos dardos por medio de “4Chan” por hablar sólo de dos temas dentro de la cantidad de detalles líricos y narrativos que nos guarda cada canción del álbum.
Un álbum hipnótico y bailable a partes iguales, que nos hace mirarnos al espejo para mostrarnos en lo que nos hemos convertido como sociedad sin dejar de arreglarnos para la fiesta final. Estamos condenados. Llegó la hora de divertirnos.