El sollozo de una luz

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The Crying Light cumple 10 años

La vida de cada persona tiene sus etapas, llenas de dicha o tempestuosas, caminos sinuosos que enfrentan a nuestra mente con diversos cuestionamientos que ponen en duda nuestras creencias y sacan a la luz lo mejor y lo peor de nosotros; en una etapa así se encontraba Anhoni mientras producía su tercer álbum de estudio The Crying Light, bajo el sello Secretly Canadian, cuatro años después del gran éxito que acumuló su segundo álbum, I Am A Bird Now, que le ganó alabanzas de críticos y del público en general.

Uno de los retos más importantes en la carrera de un compositor viene después de un álbum exitoso, la expectativa puede ser abrumadora para algunos, pero para otros la fórmula es sencilla: expresar con música las ideas, debates mentales y los resultados de estos debates que el artista experimenta en determinada etapa de su vida.

La dualidad de los temas que Anohni toca en The Crying Light es palpable: una persona muerta y bajo tierra a la par que una flor es cortada en un jardín durante una tarde pacífica. Luz y oscuridad, movimiento y catatonia, día y noche, lo fugaz y lo eterno, el amor y el desengaño, explicando a las conclusiones que ha llegado después de encontrarse en un estado de alegría y desesperanza. Alcanza el punto de máxima nostalgia en “Another World”, canción que se lanzó como sencillo en octubre del 2008, cuya letra nos pinta a una persona avanzando, despidiéndose de lo que sea que deja detrás de sí, abrazando la esperanza de un mejor mañana, al mismo tiempo adolorido, triste y feliz por saber qué espera, por sentirse optimista.

La instrumentación en The Crying Light es muy parecida a la de I Am A Bird Now, con la voz de Anohni como la portadora de la melodía principal, siendo acompañada de piano, arreglos orquestales, un ensamble de batería-guitarras-bajo que pocas veces aparece al mismo tiempo. Es muy notoria la atmósfera, como de un escenario con luces tenues, íntimo, cálido, que despiertan añoranza y certidumbre a la vez.

Crédito: James Duncan Davidson / TED

La portada del álbum es un retrato de Kazuo Ohno, un bailarín japonés de una técnica de danza llamada Butoh, quien fue una gran inspiración para Anohni y a quien dedicó este álbum. Después de la muerte de Kazuo Ohno, Anohni celebró una serie de conciertos en su honor, el cierre de la gira fue en Tokyo y los acompañó Yoshito Ohno, hijo de Kazuo Ohno.

Diez años después de su publicación, The Crying Light se siente como un álbum que le habla directamente a nuestros tiempos, llenos de conflictos y cambios, como explicando que el ciclo de la vida humana está lleno de inicios y finales, porque Anohni ya aceptó que pertenece a una raza de seres que consumen su entorno y a sí mismos.