Para quienes no ubican a The Gray Goo, son una banda originaria de Montana, que surgió dentro del movimiento stoner, aunque esa etiqueta les queda chica, debido a su ecléctico abanico de influencias musicales, mismas que suelen plasmar en su propuesta. Esto los ha distanciado por completo de otras bandas del movimiento stoner/doom, que solo se dedican a copiar descaradamente el sonido de Black Sabbath o Electric Wizard.
A un año de su grandioso debut, titulado ‘1943’ (uno de los mejores álbumes de stoner en los últimos años), la agrupación integrada por Max Gargasz (guitarra, voz, sintetizador), Matt Carper (voz, bajo, teclados) y Zach Ronish (batería, percusiones), están de regreso, con un álbum despreocupado, divertido en su lírica, pero sin perder ese eclecticismo y experimentación que mostraron en su primer LP, yendo un paso adelante, añadiendo pinceladas de post rock, cumbia, rockabilly y cuanto género se les cruce enfrente, y lo mejor es que no ejecutan esos géneros así tal cual, ya que los reinventan a su peculiar estilo, y eso es algo muy loable.
Para este álbum, Max Gargasz se encargó de la producción, mientras que en la parte musical, hubo invitados para sumar instrumentos que no habían aparecido en su anterior trabajo, como es el caso de la flauta, melódica y las percusiones, ejecutadas por Thomas Valencia; mientras que en el Sintetizador Moog, aparece Wayne Randall.
‘Alligator Bundee’ es el track que ya habían adelantado, y que sorprende a primera escucha por ese sonido de tintes country. Estas reminiscencias al sonido de la música tradicional estadounidense, cambian al poco rato por aleaciones más stoner y psicodélicas, aunque nuevamente hay un retorno a la estructura inicial.
Por allí se percibe el Sintetizador Moog, una adición que les va bastante bien. En ‘Nightstocker’, el sonido country se va, para abordar un estilo que absorbe más del rock setentero que por momentos suena con cierto toque de alternativo más actual, con una respectiva dosis de psicodelia y esos sonidos del emblemático Sintetizador Moog. Pero no solo eso, por allí se asoman un lapso que coquetea con el reggae. Gran momento que nos remite a ese rock crudo, directo a la yugular.
Tenemos otra sorpresa, ahora con ‘Cumbia de Montana’, una canción que de entrada llama la atención por su peculiar título en español. Este track, está inspirado en ese movimiento de bandas de cumbia psicodélica, como los mexicanos Sonido Gallo Negro, proyecto que en palabras de los Gray Goo a quien esto escribe, les gusta bastante.
En este corte instrumental, absorben el sonido de la cumbia sin sonar a una copia, ya que llevan el compás típico del género, a otro tratamiento, que acompañado de los riffs de la guitarra, le dan ese sonido con garra y originalidad, y además le añaden el sonido de una melódica (un instrumento cuyo sonido es muy parecido al de una armónica, pero en forma de un mini teclado y se le sopla a través de una especie de manguera) y unas percusiones. Esta joya musical es una muestra de como se puede recurrir a distintos géneros, sin sonar a una copia barata.
‘BEP’ sigue dejando en claro el ya probado eclecticismo de la banda, con esos rasgueos de guitarra medios funk, que acompañan a la base musical, que es dominada por esa excelente línea de bajo. Esta base tiene ese sonido punk pero sin las guitarras típicas del género. El bajo nos prepara para el stoner en ‘Pipe Hitter’, un track denso, con ese sonido muy en la escuela de ‘Dragonaut’ de Sleep. La voz juega más en tono gutural, lo cual también es algo digno de destacar, ya que pueden jugar con diferentes estilos vocales. Pero como suelen hacerlo, también nos regalan una parte final en otro rubro, agregando un poco de funk. Grandioso track.
‘Wizards Of The Mountains’ se mueve entre el stoner y un poco de pinceladas punk. El sintetizador que aparece en el minuto 2:06 es simplemente la joya de la corona en esta canción, aunque también los demás elementos son grandiosos, desde la base rítmica, guitarra y voz. Cuando parece que ya todo está dicho en este álbum, llega ‘Cerulean’, un track instrumental de tendencias ambient y post rock, que suena como si los Gray tocarán un jam con Mogwai.
‘Cosmic Sea’ es una canción que también se va en la dirección de la anterior, con un sonido de piano, una batería sutil ejecutada con golpes en el aro de la tarola, ligeros toques en los platillos y uno que otro golpe con más contundencia a los parches. La guitarra libera arpegios con efecto, pero bastante limpios. La voz se mantiene en la misma vibra. ‘Out Of Sight (Out Of My Mind)’ despide este grandioso álbum, con una dosis de punk, y rockabilly con distorsión. El trabajo en guitarras es excelente, y ni que decir de la base rítmica, destacando la línea de bajo. También hay cabida para un segmento en donde el estilo cambia, dando lugar un momento musical con dominio del bajo, para después otorgarnos un pequeño fragmento de stoner.
Así llega a su fin un disco impecable, ecléctico, propositivo, trabajado hasta el último detalle, dejando en claro que el stoner no tiene que recurrir al estilo repetitivo del cual ya se ha abusado mucho. The Gray Goo han creado un estilo propio y a la vez tan libre, puliendo esa propuesta que habían presentado en su debut, sonando mucho más concisos, con una propuesta mucho más clara, que sigue la formula de mezclar cuantos géneros sean posibles, pero con una evolución muy notoria, que hace palidecer a su anterior álbum, y eso ya es algo digno de elogio, sobre todo en un género en donde la monotonía y el tratar de sonar a los clones de los clones, se ha vuelto una tradición.
Estamos ante uno de los mejores álbumes de este año, y un disco que definitivamente sería imperdonable perderse.