El nombre de Spirit, es un nombre elemental en la historia de la música, aunque olvidado o desconocido por los fans del rock, y por los supuestos medios que se empeñan en difundir las mismas 10 bandas y canciones choteadas de siempre.
Surgidos en Estados Unidos durante la década de los 60’s, como una reencarnación de una agrupación llamada Red Roosters, esto tras la reinvención de su alineación, que ahora quedaba conformada por Randy California (ex miembro de Jimi James and the Blue Flames, que no era otra cosa más que la banda de un tal Jimi Hendrix, quien le puso el mote «California», para distinguirlo de Randy Palmer, a quien le puso el mote «Texas») en guitarras y voz, además de Mark Andes en el bajo, Jay Ferguson en voz y percusiones, John Locke en los teclados, y el padrastro de Randy, Ed Cassidy (famoso por traer la cabeza rapada, lo que le trajo el sobrenombre de «Mr. Skin», además de que siempre vestía de negro), encargado de golpear los parches.
Con la adición de Ed y John, ahora pasaban a llamarse Spirits Rebellious, para después acortarlo a Spirit. Con este nuevo nombre, llamaron la atención del reputado Lou Adler, dueño del sello Ode, y productor de The Mamas And The Papas, The Grass Roots, Barry McGuire, y un chingo más, y que además fue, al lado de John Phillips de The Mamas And The Papas, organizador del mejor festival de rock de todos los tiempos: Monterey International Pop Festival, llevado a cabo en 1967, siendo la cumbre del psicodélico Summer Of Love.
Este fichaje con Lou, dio como resultado el debut de la banda, titulado simplemente Spirit, editado en 1968, y del cual se desprendería el exitoso single ‘Mechanical World’, a la par de que el álbum escalaba los más altos peldaños en las listas de popularidad. La producción, obviamente corrió a cargo de Adler, mientras que en lo concerniente a los arreglos de cuerdas, estos fueron compuestos y ejecutados por el músico de sesión, Marty Paich.
Es imposible no tener ciertas reminiscencias latinas al escuchar los primeros arreglos de ‘Fresh-Garbage’, con esas percusiones y esos arreglos de teclado, y su respectiva dosis de guitarra psicodélica, algo que en conjunto parecen un antecedente de lo que Santana estaba a punto de presentar al mundo. Por allí también se asoma un puente instrumental con tintes de jazz. La voz remite un poco a algunas tonalidades de Jim Morrison. ‘Uncle Jack’ es un track completamente distinto, con un trabajo vocal y musical más emparentado a lo realizado por actos como de Hollies, algo que desemboca en un sonido más guitarrero y psicodélico.
Este sonido también se hace presente en el estilo que los mexicanos Dugs Dug’s presentaron unos años después, aunque no podemos asegurar si Armando Nava se vio influenciado por ellos (no sería raro, considerando que hasta el mismo Jimmy Page recogió -o más bien se fusiló- influencias de Spirit).
Llega ‘Mechanical World’, el grandioso único single promocional, y una obra maestra de psicodelia ácida. La base rítmica se hace acompañar de unos metales bastante graves, pero lo más espectacular es ese encuentro entre la batería, un órgano ácido y una guitarra rebozante de fuzz. Posteriormente, el sonido del bajo refuerza los tambores, en un puente que conecta al arreglo del principio, y al que se agrega el grandioso arreglo del órgano. La guitarra retorna para volver a destilar esos solos llenos de lisergia pura, mientras la batería sigue sonando majestuosa. ‘Taurus’ abre con unos grandiosos arreglos de cuerdas, cortesía del master Marty Paich. Y si por ahí los arreglos de guitarra acústica que se incorporan, les remiten a ‘Stairway To Heaven’, no están equivocados, este canción instrumental fue usada por Page, como guía para esa mítica y choteada canción del Zeppelin.
‘Girl In Your Eye’ es otra joya ácida, revestida con el sonido del sitar, que para 1968, ya era un estándar para hacer psicodelia ácida, esto gracias a aquel crossover cultural, cuando George Harrison introdujo este majestuoso instrumento tradicional hindú, a la música occidental, esto en el track ‘Norwegian Woods’, del álbum Rubber Soul. El resto del sonido se complementa con guitarra eléctrica repleta de lisergia, además de elementos de guitarra acústica, arreglos de cuerdas, y una sustanciosa y discreta base rítmica. El terreno vocal se viste de excelentes armonías, muy en el estilo de actos como The Association.
‘Straight Arrow’ presenta arpegios de guitarra en un tono más limpio. El bajo avanza a galope semi lento, reforzando el trabajo en los tambores. El trabajo vocal por momentos suena al estilo de bandas como The Kinks. Y obviamente, no podía faltar una dosis de guitarras distorsionadas, que se baten en un duelo con el teclado, dominando fácilmente a base de riffs rabiosos.
El Lado B abre con ‘Topanga Windows’, otra joyita, con una línea de bajo minimalista pero con una acertada contundencia. Los adornos del órgano, llegan a marcar un momento más blues, al que se une la guitarra, y obviamente la batería y el bajo. Pronto hay un retorno a la estructura principal. La voz se torna susurrante en algunas partes, y más audible en otras. En la parte final, hay una breve presencia de unos arreglos de cuerdas. ‘Gramophone Man’ vuelve a remitir un poco a The Kinks, y no como un fusil descarado, sino más bien es que tiene ese tipo de vibra, misma que es interrumpida por un fragmento de jazz, lo que demuestra la capacidad de ejecución de estos magníficos músicos. Tras esa demostración jazzistica, la vibra The Kinks vuelve a hacer acto de presencia.
Un sonido de agua fluyendo, abre ‘Water Woman’. El bajo hace acto de presencia, con una profunda línea, que va pegada a la fonética de la voz. Los arreglos de la guitarra acústica refuerzan el sonido, al igual que las maracas y las percusiones. ‘The Great Canyon Fire In General’ abre con el sonido del piano, al que se incorporan el bajo y batería, además de la guitarra. Sonido blues con pausas más ácidas, que dan como fruto una joya de psych blues. Un track que es un testimonio de que hay mucho más allá de ‘Roadhouse Blues’, solo es cuestión de escudriñar la fascinante historia de la música y no quedarnos atorados en lo de siempre.
‘Elijah’ cierra esta obra maestra, con arreglos de psicodelia mezclados con jazz y lapsos que suenan más a jams que a una estructura ya previa. La guitarra gruñe furiosa, mientras el piano parece responderle. La batería dibuja patrones de estilo jazzistico, mientras que el bajo puntea líneas contundentes, también en la misma línea jazz. Esta inclinación por este género, se debía principalmente a Cassidy, ya que el «Mr. Skin», llevaba una trayectoria mucho más amplia, esto debido a su edad, y había tocado con monstruos como Thelonious Monk, Cannonball Adderley, Lee Konitz, etc.
Volviendo al track, alrededor del minuto 8, llega el turno de un solo de batería, que se va opacando para dar entrada al puente principal, que parece ser es lo único que ya estaba compuesto al grabar este jam. En total, son más de 10 grandiosos minutos, en donde cada uno de los músicos da muestras de su capacidad en sus respectivos puestos.
Así llegaba a su fin una piedra angular dentro de la música de los años sesentas, y de la música popular en general. Una joya de la psicodelia, que a pesar de su grandeza, sigue siendo pasada por alto cuando se habla de lo mejor de la historia del rock, esto gracias a la ineptitud de los supuestos especialistas que no saben hacer su labor. Uno de los mejores álbumes de todos los tiempos, que debería de ser un infaltable para cualquier amante de la psicodelia y de la buena música. Tras este excelso debut, la banda seguiría editando joyas como ‘The Family That Plays Together’ (1968), ‘Clear’ (1969), ‘Twelve Dreams Of Dr. Sardonicus’ (1970), y el menospreciado álbum country rock, ‘Feedback’ (1972), entre varios más.
También incursionaron en la composición de bandas sonoras, todo esto a la par de cambios en la alineación y proyectos alternos en solitario, como el caso de Randy California, que incluso llegó a presentarse como solista en la edición de 1982 del festival Glastonbury.