El origen de la banda
El origen de The Chocolate Watchband, se remonta a 1965, en Los Altos, California, cuando el movimiento psicodélico aún no explotaba por el mundo. Originalmente la alineación estaba conformada por Ned Torney (guitarra), Mark Loomis (guitarra), Danny Phay (voz), Jo Kemling (órgano), Rick Young (bajo), y Pete Curry (batería), que sería reemplazado por Gary Arijasevich, un baterista de jazz. Posterior a este cambio en la alineación, vendría la salida de Torney y Phay, quienes se unieron a The Otherside, una banda rival de The Chocolate Watchband.
Al poco tiempo, Kemling abandona el barco, fragmentando por completo a la agrupación. Tras la salida de sus compañeros, Mark Loomis se unió a The Shandels, pero no encontró la satisfacción musical, así que decide rescatar el nombre The Chocolate Watchband, y reclutar al bajista de The Shandels, Bill Flores y a su ex compañero en The Chocolate, el baterista Gary Arijasevich, al ex guitarrista de Topsiders, Dave «Sean» Tolby, y para cubrir la voz, llegaba David Aguilar.
La creciente fama
Con esta nueva reencarnación, comienzan a actuar en diferentes clubes en San Francisco, tocando covers de bandas de la invasión británica, mismos que sacaban de álbumes que conseguían de importación, pero a diferencia de otros actos, escogían las canciones no conocidas, lo que en muchos casos, hacía que la gente pensara que eran creaciones originales del grupo. Con todo y que eran una banda de covers, comenzaron a ganar reputación, y pronto estaban tocando en el legendario Fillmore Auditorium, abriendo un show a The Mothers Of Invention, llamando la atención del reputado promotor y dueño del Fillmore, Bill Graham, quien deseaba formar una tripleta con The Grateful Dead y Jefferson Airplane, como sus bandas personales, llevando a los tres grupos a constantes tocadas desde el Fillmore de San Francisco, a su recién inaugurado Fillmore de Nueva York.
Esta oportunidad significaba todo, debido a la influencia de Bill en la escena musical psicodélica (básicamente era el nombre más importante), pero cuando les llegó esta invitación, ya habían firmado un contrato con un promotor local llamado Ron Roupe. Esto de alguna manera cambio el destino de la banda, ya que de haber sido manejados por Bill, la banda hubiera escalado peldaños más arriba en cuestión mediática.
A pesar de todo, sería injusto no reconocer el excelente trabajo de Roupe como representante, quien consiguió un contrato con Green Grass Productions, y contactó a la banda con los productores Ray Harris y Ed Cobb (Cobb era conocido por ser el autor de ‘Tainted Love’, originalmente interpretada por Gloria Jones, y más tarde por Soft Cell); este último se convertiría en un importante mentor para la banda, ya que inmediatamente les presentó una canción de su autoría, llamada ‘Sweet Young Thing’, que se convirtió en single. La edición de este sencillo, lanzado bajo el auspicio del sello Tower Records, incluía un Lado B, que se trataba de una versión a ‘It’s All Over Now, Baby Blue’, original de Bob Dylan.
La aparición de No Way Out
Y en una jugada a espaldas de la agrupación, Tower Records asignó la distribución del sencillo, a Uptown Records, sello especializado en R&B de artistas de color, algo inexplicable, considerando la diferencia de rubro musical. Aun así, la banda siguió en el sello, editando otros singles, como ‘Misty Lane’, mientras que David Aguilar comenzó a escribir sus propias canciones. Con la llegada de 1967, aparecía ‘No Way Out’, el álbum debut de los californianos, producido por Ed Cobb. Un trabajo musical con una dirección musical psicodélica, algo común en la era del Verano del Amor, pero además la banda presentaba un sonido garage rock, algo similar a lo presentado por The Seeds en ese mismo año, aunque The Chocolate Watchband eran mucho más ácidos.
Desafortunadamente, los miembros del grupo no tenían mucho control en las decisiones, así que Cobb era el que guiaba el timón, así que en varias canciones intervinieron músicos de sesión, y Don Bennett tomó el rol como vocalista en varias de las canciones del álbum. ‘Let’s Talk About Girl’, escrita por Manny Freiser, abre el album, con un David Aguilar relegado por Bennett, en su papel de vocal. En lo musical, el track presenta guitarras distorsionadas y una base rítmica contundente. Esto es proto punk con combustible lisérgico. El órgano ácido (instrumento cuyo ejecutante no aparece acreditado) abre ‘In The Midnight Hour’, original del totem del soul, Wilson Pickett. La versión de Pickett apareció en la película de terror y comedia ‘The Midnight Hour’, considerada un clásico de culto.
Volviendo a este cover, la canción está perfectamente lograda, y básicamente es un señor cover. Los metales de la original son reemplazados por el majestuoso sonido psicodélico del órgano, y ni que decir del trabajo en la potente base rítmica. Una obra maestra con letras mayúsculas.
Llega un cover a ‘Come On’, original de Chuck Berry, tratada con cierta vibra psicodélica y un toque influenciado por los Stones. Todos los elementos dan en conjunto, un excelente resultado en esta versión a Mr. Chuck. ‘Dark Side Of The Mushroom’, escrita por los ingenieros de sonido del álbum, Bill Cooper y Richard Podolor, es un viaje ácido instrumental con solo leer el título. Órgano, guitarras densas intercaladas con guitarras más limpias, una precisa línea de bajo y un gran trabajo en los parches. Grandioso momento.
Llega una versión a ‘Hosty Dusty Roads’, de Buffalo Springfield. Otro gran acierto en lo que a versiones se refiere, ya que a pesar de que esto de los covers pudiera ser algo criticable en cualquier banda, no es fácil retomar semejantes creaciones y salir bien librado. ‘Are You Gonna Be There (At The Love In)’, escrita por Don Bennet y Ethon McElroy, es un ejercicio musical en donde el sonido stonesco vuelve a aparecer. Innegable la admiración que los integrantes tenían hacía los Stones.
Lado B
El Lado B abre con ‘Gone And Passes By’, escrita por el vocalista David Aguilar, siendo el único track original de un miembro de la banda. Psicodelia con armónica incluida, y una caprichosa base rítmica. Destaca la presencia del sitar, que al lado del órgano, aportan el combustible para levitar. Esto es el sonido psicodélico en su punto máximo. ‘No Way Out’, escrito por el productor Ed Cobb, sigue la línea ácida, con una batería potente, y unas guitarras ácidas que nos remiten a bandas como Jefferson Airplane. Los efectos de producción son magníficos, y completan el trabajo en esta muestra del verdadero sonido del flower power. Con esto ya no necesitas drogas.
‘Expo 2000’, es otra composición del ingeniero de sonido, Richard Podolor, repleta de guitarras distorsionadas que se abren paso entre la potente línea de bajo, efectos del órgano y detalles ácidos que se incrustan en tu psique. Esto hace palidecer cualquier intento de psicodelia actual. ‘Gossamer Wings’, aportación de Don Bennett y Ethon McElroy, cierra el álbum, con guitarras un poco más limpias, acompañadas de una base rítmica potente. El órgano sigue destilando combustible para el viaje, y Don Bennett cumple las labores en la voz, aunque a gusto personal de quien esto escribe, David Aguilar hacía mejor trabajo. Gran manera de concluir esta gema de verdadera psicodelia, de esa que ya no se hace.
El legado y los discos subsecuentes
Sin lugar a dudas, No Way Out es una auténtica joya de rock acido, y el mejor trabajo de The Chocolate Watchband, aunque desgraciadamente no es un álbum tan reconocido como su valía musical lo merece, pero eso no quita su excelsitud e importancia dentro de la historia de la música lisérgica, y aunque no figuró en los más altos lugares de los rankings en 1967, representa uno de los mejores álbumes creados en ese historico año, al grado de que ha sido reeditado en varias ocasiones por el prestigioso sello Sundazed, que básicamente posee los derechos de casi todos los álbumes psicodélicos creados durante la era de Acuario.
Tras este épico debut, en 1968 aparece The Inner Mystique, su trabajo más conocido, que incluía las versiones a ‘In The Past’, original de We The People, y a ‘I’m Not Like Everybody Else’, original de The Kinks, que se convirtieron en los tracks más populares de la banda, aunque hay que decir que el resto del álbum estaba algo por debajo de su antecesor. Y si en No Way Out, los miembros fueron relegados en algunos tracks, esta tendencia fue mayor en este segundo material, en donde no participaron en ninguna canción del Lado A, mismo que fue grabado por músicos de sesión, y con Don Bennet nuevamente en la voz.
Ese mismo año aparece One Step Beyond, un LP que se vio marcado por tensiones entre los integrantes, que dieron lugar a las ausencias de Mark Loomis y David Aguilar. Este plástico marcó el fin definitivo de la banda, aunque años más tarde, el alto culto y demanda de sus álbumes, hizo que en 1999, David, Bill y Gary revivieran el proyecto, con otros músicos adicionales, ofreciendo diversos shows, y para no vivir de nostalgias, editaron en el año 2001, su cuarto disco, titulado Get Away. Unos años después, en 2014, el fundador, Mark Loomis, perdería la vida. Y llegando el 2019, apareció This Is My Voice, un estupendo y aclamado álbum, que es hasta la fecha, su último trabajo.